Un día Margherita se probó un abrigo cruzado de Gerardo y nunca más se lo devolvió. Después de todo, Margherita siempre había cogido prestada ropa del armario de su padre y de su abuelo desde que era una adolescente. Para Gerardo, en cambio, criado en Salerno, la alta sastrería siempre ha sido parte de su identidad. Cuando Margherita y Gerardo se conocieron en Roma, ella dirigía una consultoría de comunicación de lujo, mientras que él dirigía un taller napolitano de ropa hecha a medida para hombres: Sartoria Giuliva. Fue amor a primera vista, no solo para Margherita y Gerardo como pareja, sino también para Margherita Cardelli y Gerardo Cavaliere como empresarios y socios. Detectaron un hueco en el mercado y decidieron llenarlo creando una marca con una visión totalmente innovadora y actual: la primera colección de ropa de mujer ready-to-wear de sastrería que utiliza las mejores telas y técnicas tradicionales para crear prendas icónicas y atemporales de siluetas clásicas de ropa masculina con reinterpretaciones femeninas.